Pero la realidad es tan distinta.

No hubo magia para mí, no hubo paisajes góticos ni noches de temor. No hubo adrenalina ni misterio.

Una noche me desmayé, y ahora soy lo que soy.
Un monstruo perdido y confundido.
Por primera vez, siento en cada centímetro de mi ser el significado de la verdadera soledad... y da vértigo.

Carmen

Carmen

8 nov 2010

Primera parte

Me encanta leer libros sobre vampiros.
Muestran una realidad alternativa, mágica, glamorosa y deliciosamente decadente. Hacen que desees con todas tus fuerzas formar parte, morir para la sociedad que conoces, rebelarte contra todo lo establecido, hacen que tu vida parezca tan sólo un aburrido cúmulo de problemas y quehaceres que te conducirán entre dolores y sufrimientos al mismo lugar que a millones de personas como tu: la muerte, simple y fatal.
Ah, me encanta leer esos libros.
Tanto que creo que me los he leído todos, más buenos y más malos, más realistas y más fantásticos, más filosóficos y más eróticos. Documentales, archivos antiguos, biografías de personajes que fueron acusados de vampirismo. La gente de mi entorno me dice que estoy obsesionada y que al final me pasará factura. Empecé a ir al psicólogo, me dijo que acabaría perdiendo mi contacto con la realidad y que mezclaría mi obsesión con mi vida real, y que al final acabaría con alguna patología paranoide.
Dejé de ir y empecé a estudiar la carrera de Traducción de lenguas antiguas, y ahora estoy haciendo un master en Documentación. Toda mi vida gira en torno a lo mismo.
Pero aún no he perdido del todo la visión de la vida real, tengo amigos, salgo, me relaciono, visito a mi madre y practico el sexo esporádico. No hay grandes dramas hoy por hoy en mi vida, aunque los hubo, y puedo centrarme en mi tiempo libre en lo que realmente es mi pasión y la fuerza motor de mi entusiasmo vital: el vampirismo.
La superstición humana ha llegado a grados inverosímiles, desde matar gatos negros a crear religiones con miles de millones de seguidores, y el vampirismo es una de ellas; sin embargo, a mi me parece una de las más exquisitas metáforas de los vicios y miedos del hombre que he podido estudiar, una demostración de ingenio y talento maravillosos en todas las épocas de la humanidad, una creación literaria y religiosa que ha surgido de forma independiente en el espacio y en el tiempo, desde las supersticiones de la antigua Grecia a las leyendas de la Europa del Este, pasando por la literatura precolombina.
En fin, he realizado mucho estudios y he leído muchísimo, pero siempre era por placer, una obsesión fantástica, sin confusión con la realidad. Para mí el vampiro siempre ha sido un concepto, uno delicioso, pero nada más.
Al menos, hasta que este diario cayó en mis manos.
No creo en la casualidad, simplemente pienso que todas las circunstancias fueron en un momento las idóneas para que yo diera con él, y nadie más que yo, pues nadie más que yo iba a valorarlo como el testimonio que es.
Quizá si hubiera caído en manos de otra persona, un historiador, por ejemplo, o un médico, habría leído y estudiado el diario como una huella importante para su ámbito de trabajo, pero yo lo leí y vi un rico testamento lleno de datos reveladores en una mente llena de vampiros.
Es por eso que he decidido conjuntar en un mismo escrito todo lo que he podido averiguar sobre el libro y sobre la historia de esta joven, ya que en este momento de mi vida, he llegado a un punto muerto en el que avanzo de una manera muy lenta.
He buceado hasta lo más profundo, desvelando todos los secretos que se me han ido presentando, iluminando todo lo que me he ido cruzando sobre esta historia, pero la presión es más fuerte cuanto más hondo nadas, y en este momento el agua es tan densa que creo ver un fondo al que no puedo llegar.
Por todo ello, dejo aquí constancia de mis avances, por si leerme a mí misma me ayuda a topar finalmente con el resultado, o por si alguien más puede terminar algún día esta historia por mí.
No tengo mucho talento literario para estructurar una buena narración que merezca la pena ser leída, pero lo haré lo mejor que pueda dentro de mis conocimientos y posibilidades. Así que, ahí va.

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